miércoles, 1 de septiembre de 2010

¡Fueron tantas cosas!

¡Jacarandaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Ahorita mismo he oído ese grito en esta noche del 31 de agosto.
Efectivamente, hábéis contado bien, son treinta y tres aes, una por cada acampado.
Cómo cuesta escribir desde casa. Las palabras salían solas estas noches anteriores pese a lo agotador de cada jornada. Agotador fue también el día de hoy -enrollar (bien) el saco es tarea casi imposible-. Suerte que los macarrones con picadillo nos animaron la despedida. Creemos haber dejado el albergue recogido, pero poco hicimos comparado con lo que trabajaron los monitores y los cocineros.
El viaje de regreso fue una fiesta -otra más-; no paramos de cantar, aunque alguno durmiera. Llegamos a Ujo, descargamos nosotros solos el autocar -el chófer nos felicitó por ello- y nos dimos unos sentidos abrazos. Como dijo un compañero: ¡Fueron tantas cosas!

¡Qué gozada!

¡Hasta siempre JACARANDA!

Dejadme que dé otra vez las gracias, ¡gracias!