(Leed des-pa-ci-to)
Catorce días.
De los más de tres mil días vividos hasta ahora estos catorce nos marcarán; eso nos dicen.
Algunos que llevan años de Campamento lo corroboran.
Será por eso que esta noche nuestros sueños serán recuerdos más que deseos.
Durmamos...
Hay alguien en el prao de las cigüeñas; carreras al despunte del sol. Carreras que terminan en un fresco comedor donde adornamos nuestras servilletas con diseños a base de cereales y galletas, también de chocolate. Tras deshacer esos mosaicos escuchamos atentísimamente el plan de cada día e intervenimos con acierto en las propuestas que en él caben. El plan nos lleva a las habitaciones y entonces queremos soñar que alguien las arregla con un par de palabras mágicas; pero, no, no es momento de soñar. Pasado el apuro nos ponemos en camino cantando una y otra vez las canciones de las veladas. Llegamos a la piscina y la estricta programación salta por los aires (y por el agua). Y tocamos el cielo; el cielo de las caras de todos, el cielo de los logros de tantos. Regresamos al albergue oliendo desde lejos cocidos, pasta, arroces y cuanto uno quiera imaginar. Ahora, más que cantar charlamos; el tiempo pasa (y los kilómetros) y despachado el menú se presenta una partida, un rato de lectura... Y ese tiempo libre conduce a un taller. Un taller de trescientos sesenta y cinco días de duración; tiempo para hacer el mismo número de pulseras y estar entretenidos hasta que llegue el próximo taller y el próximo Campamento. Hay ganas de deporte y miramos +allá; más allá del fútbol. Y descubrimos, y practicamos, y traducimos; sí, traducimos, porque ya está bien de archery, colpbol, floorball, pin pon.... -¡habrase visto!-.
Sin tiempo para merendar nos duchamos, nos ponemos la misma ropa que llevábamos antes de ducharnos y . pelota.
Retrasamos la cena para aprovechar hasta el último momento de luz diurna y justo cuando esa se apaga iluminamos la noche con nuestras sonrisas.
Y, de repente, nos vemos bailando una haka, una haka sonriente que hace honor a Boñar, la localidad que nos ha acogido. Una haka aprendida sin ensayar. Y a esa haka le siguen decenas de canciones.
Canciones que nos van cerrando los ojos. Durmamos.
Algunos que llevan años de Campamento nunca habían vivido algo como lo de este año. A ver cómo lo explicamos. Nos hemos dado cuenta de lo especiales que somos, lo hemos hecho gracias a alguien muy especial que nos ha hecho a todos mucho más especiales.Quienes hemos estado allí más que entendido lo hemos vivido y eso, durante catorce días vivido, queda, quedará para siempre; así que pasen muchos tresmiles.