PISCINA OLÍMPICA

Ya a la luz del sol aparecieron diez de los trece tapones que faltaban por encontrar. Jugando, así nos levantamos este miércoles.

Entre los miles de puntos extra que nos proponen hoy dieron uno a la servilleta mejor decorada con las cosas que nos reparten. La compañera que se llevó el punto para su grupo realizó una composición con cereales de chocolate y galletas tostadas de extremado gusto, fina exposición y exquisita presencia -todo eso a juicio del jurado-.

No terminamos de entender el porqué del enfado de los monitores durante el arreglo de habitaciones. ¡¡¿Qué hace esa chancla dentro del estuche?!! ¡¡¿De quién son estos calcetines -sucios- que hay debajo de esta almohada?!!

Pasado el rapapolvo dispuestos estábamos para pasar el día en El Soto. Hoy fuimos por el camino del río, un poquito más largo pero más entretenido. Nos dimos el baño más largo, hasta ahora, en la piscina, la cual, por la mañana, es prácticamente para nosotros solos. Algunos se fueron a donde más cubre y allí hubo bombas y otras acrobacias.

¡Qué hambre! Comimos a la sombra de chopos, de tilos, oliendo a menta... Un bocadillín de chorizo y otro de salchichón y... no se sabe cuántas ALITAS DE POLLO. Si alguno dice que catorce igual no le crece la nariz. De postre, melón. Jugamos en los columpios -¡qué cola en la tirolina!- y vuelta a la piscina. Tiempo para bibliopiscina (por allí andaba Biblioburro). Por la tarde había bastante más gente así que nos bañamos todos en la misma zona. Tomamos un heladín y nos dirigimos a la cancha polideportiva donde unos jugaron a baloncesto y otros (Los Amigos de Iván y Los Amigos de Héctor) se enfrentaron en un reñidísimo partido de fútbol sala -once contra once, modalidad leonesa- que registró un justísimo empate a tres goles. Regreso al albergue por el camino corto (¿corto?) y ducha jabonosa y reparadora.

Tender las toallas y a cenar. Hamburguesa con patatas ali-oli, vaso de leche y tarta de cuajada al chocolate.

Por la noche chistes chistosos, dejando a Darío, que cumplía años, cerrar la sesión.

Cuando escribimos esto una habitación ha llamado la atención de los monitores porque al parecer olía a gas. Se solucionó rápido pues esa habitación salió como estaba -en pijama- y con el gorro de piscina como mascarilla y pasó un rato en el patio inspirando aire limpio. Ahorita ya están descansando frescas como unas lechugas.