Con la mano atrás despejamos, lo de despertar estaba costando.
Fuimos a la piscina por el camino del río pasando por el puente que pasa por encima del Porma.
A la vuelta degustamos todo tipo de empanadas y disfrutamos de una señora tarta.
Algunos pidieron siesta pero se rindieron ante las distintas partidas que van ultimando los campeonatos (se pide foto finish hasta en el parchís).
Montamos e inauguramos un acuario que fue toda una atracción.
Taller, tiendina y...
Olimpiadas y todo. Estandartes, desfile, cánticos, himno, banderas...
Y, naturalmente, deporte: panoyes y lecheres, hockey-prao, dardos, carrera de cintas, rana, tiro de cuerda... lo que podría considerarse sextathlon moderno.
Cenamos (creemos que se olvidaron en cocina que ya habíamos tomado empanada en la comida, pero, bueno, nada que decir).
Por la noche hubo concierto. Una guitarra es medio campamento. Y el público se entregó por completo.
Mañana toca madrugar.
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