sábado, 2 de julio de 2016

Uno

Día 1. Primer día. Nervios.
¿Nervios? ¡Dónde quedaron los nervios!
Emociones, sí. Una tras otra.
Caras con ganas de sorpresas, con ganas de cumplir muchos sueños.
Salíamos de Ujo con prisa. Con prisa de empezar esa aventura tantas veces pensada.
Pasamos (y paramos) por el puerto de San Isidro; cruzamos el Silvan, el Solle y el Porma; maniobramos de lo lindo para llegar hasta el albergue, rendimos pleitesía a la imperial nozal y, por fin, subimos a nuestros aposentos. Nos situamos en un periquete, le pusimos la bajera a la cama, desenrollamos el saco -¡qué fácil!- y aprendimos o recordamos los nombres de los presentes; se repite el nombre de Diego y también el de Lucía, hay un Luca y un Lucas, hay nombres que empiezan y terminan igual -Yeray- y alguno de difícil pronunciación -Wiktoria-; y detrás de esos y otros nombres montón de ilusiones. Acabamos de empezar y ahora ya no tenemos prisa.



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