Estragos

Con una batida de limpieza del prado del albergue nos dimos los buenos días. 

Desayunamos untando mermelada al pan y escuchamos el plan del día. 

Muy interesante la charla que, sobre socorrismo, nos dio Álvaro. La de hoy versó sobre socorrismo en piscina, quedando pendiente para otro día la de socorrismo en playa. 

Disfrutamos de la piscina -enterita para nosotros solos- hasta tal punto que se dio la circunstancia curiosa de que al poco de entrar al agua, y sin acuerdo previo, TODOS estábamos en la zona que más cubre: practicando muchos el cómo lanzarse de cabeza. 

El paseo de ida y vuelta (albergue - piscina) arroja conversaciones la mar de curiosas; hoy, por ejemplo, se hablaba de autoestima y de otras cuestiones mucho mas filosóficas: ¿cuánto está tu padre en el baño? 

No sabemos si conversaciones tan profundas abren el apetito, pero si sabemos que los macarrones con picadillo de nuestro cocinero de guardia -el mismo de la charla- nos dejan mudos. 

Nada más terminar de comer hubo oportunidad de compartir los libros de lectura que hemos traído, hacer algo de colada y jugar alguna partida de campeonato.

A media tarde dimos un paseo hasta la orilla del río con la intención de buscar unos guijarros para hacer un tres en raya. Veremos. 

Merendamos dulce y queso, eso si, sin tener muy claro lo del sabor a beso. (A veces, qué cosas nos cuentan.)

A las siete recibimos a Chuso y a Nedi. Hubo sentidos abrazos. 

Y... jugamos a colpbol. 

Después de la ducha cenamos y contamos unos chistes, no muchos que había sueño. 

Mucho sueño.