Diana

Es lo que tiene la primera noche y el primer despertar; van a pie cambiado.
Inquietos por el primer toque de diana nos despertamos antes de que sonara.
Raudos nos dispusimos al juego matutino en el prao de las cigüeñas que este año está precioso gracias a lo llovido en primavera. Desayunamos en un santiamén y arreglamos las habitaciones a continuación. Íbamos tan bien de tiempo que nos fuimos un poco antes de lo previsto a la piscina.
Justo en el momento en el que llegó la Inspección (Juventud) de la Junta de Castilla y León que requirió nuestros papeles y que acabó felicitándonos por el estado de los mismos.
Disfrutamos de nuestro primer día de piscina aunque finalmente no nos lanzamos desde el trampolín de 27 metros.
A la vuelta, y a mantel puesto, nos aguardaban una señora ensalada y un señor plato de garbanzos con su carnina, su choricín y su cachín de tocino (¡Ay, Nedi!). De postre, melocotón.
Y una felicitación para Pablo y Pablo por sus cumpleaños.
Tiempo libre para dibujar, leer, echar nuestras primeras partidas...
Los equipos, que llevan por nombre personajes de Ibáñez (Mortadelo, Rompetechos, Sacarino, Super y Filemón), ya han empezado a funcionar y a sumar puntos extra por sus acciones.
Practicamos tiro a la diana con arco y flecha, paramos para merendar y tomar unas chuches y, luego, seguimos en plan Robin Hood.
Tocó ducha jabonosa de la que se salvaron dos valientes por ducharse en los vestuarios de la piscina con agua más fría que la de la nevera.
Hora del té para aprender expresiones coloquiales ("you must be joking"...).
Y cena: Sopa de garbanzos y tortilla de compango (del compango de los garbanzos). Y yogur.
De noche, veladilla. Primeras canciones y primeras risas. Las caras de todos lo decían todo.
Nos acostamos y tardamos poco en guardar silencio.