jueves, 5 de julio de 2018

Tormenta guatemalteca

De madrugar, nada. A las diez en pie.
Por cierto, apareció el tapón oro; no os preocupéis.
Nos pasamos la mañana mirando al cielo y a sus nubes negras confiando en que fueran a desaparecer. Pero... ¡Qué manera de jarrear! Antes y después de comer cayó agua como si de una tormenta guatemalteca se tratase.
Por tanto, programación al traste. Taller -hamma- por la mañana y paseo hasta Puente Viejo por la tarde.
Eso sí, el apetito el mismo de siempre y si hay ensalada, garbanzos, compango y tarta, pues miel sobre hojuelas.
A la hora de merendar, para ganarnos la merienda, nos pidieron una rima con dulce, queso y beso.
Dimos el paseo hasta Puente Viejo, volvimos por el camino del río, no vimos ninguna víbora y llegamos al albergue con el tiempo justo de ducharnos y cenar; cenar carne guisada con patatas fritas y yogur griego.
Sesión de cine: Coco.
Se nos cierrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrran los ojos.
Bnoches.




3 comentarios:

  1. No hay mal tiempo que pare ese campamento, menudo lujo. Me dais envidia, me apetece un montón estar ahí con vosotros/as. Un abrazo enorme y a seguir disfrutando.

    ResponderEliminar
  2. Siempre tenéis un plan B,C,D... Está claro, viendo vuestras caras, que lo estáis disfrutando. Un besazo para todos

    ResponderEliminar
  3. Lo de vivir sin horarios es un lujo! Y lo de vivir esa experiencias otro muchiiiiiisimo mayor. Estoy muy de acuerdo con Iván: que ganas paso de estar all. Un beso grande a todos y a los que desean estar allí como yo otro beso!

    ResponderEliminar